Recordando a Cortázar: Rayuela y nuestro club de lectura en Cartagena

El mismo año que se conmemora el 105 aniversario del nacimiento del genial escritor argentino -26 de agosto de 1914-, también se cumplen 35 años de su marcha “al lado de allá” –el 12 de febrero de 1984-. Nacido europeo pero argentino desde el alma a los pies, Julio Cortázar se erige como un gigante literario cuyas obras siguen cautivando a propios y extraños en pleno siglo XXI. Autor prolífico y ecléctico, fue tan productivo con la novela (Rayuela, 62 Modelo para armar) como con el relato (Bestiario, Todos los fuegos el fuego); se adentró en el teatro (Los reyes) y en la poesía (Pameos y Meopas), cultivó la prosa breve (Historias de cronopios y de famas) y creó obras singulares de difícil catalogación (La vuelta al día en 80 mundos, Último round). Y por si todo esto fuera poco, nos legó la mejor traducción al español de la obra de Edgar Allan Poe, o de obras insignes como Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar, entre otras.

Difícilmente podríamos definir su estilo –y tampoco es nuestra voluntad hacerlo-, a medio camino entre la pura fantasía y el surrealismo -¿y dónde cae eso?-, de prosa exuberante y una vasta erudición pocas veces igualada. Amante de la literatura clásica, se puede decir que él mismo fue un autor “contra-clásico”. Gustaba de romper las reglas del juego en lo que a la creación literaria se refiere, llevando al lector a territorios incógnitos y convirtiéndolo en parte activa y participativa de la narración. Probablemente sea este concepto de juego el que con más fuerza emana de la obra cortazariana. Juego en su sentido más amplio. Juego como elemento consustancial de la cultura, como catalizador de pulsiones e instintos y verdadero soporte para la cohesión social. Julio Cortázar es un claro exponente del Homo ludens moderno, y su magna obra, Rayuela, el fruto más palpable de esa voluntad lúdica.

Con motivo de este doble aniversario, y también porque nos gusta jugar, desde nuestro club de lectura de narrativa contemporánea de Casa del Libro Cartagena hemos decidido adentrarnos en la lectura de Rayuela. ¿Qué mejor manera de recordar a un autor que leyendo su obra? Durante los meses de julio y agosto y bajo la implacable canícula estamos recorriendo las páginas de este libro inmortal, con el fin de poder comentar impresiones y experiencias en nuestra próxima reunión de septiembre, final de partida del curso que se cierra y apertura a la vez de un nuevo periplo de lecturas.

La presencia y tenencia de un club de lectura es siempre síntoma de vitalidad de la librería que lo acoge. En nuestro caso tenemos dos (juvenil y adulto), de lo que se puede deducir que estamos en plena forma. El de adultos, del que hablamos en esta ocasión, comenzó su andadura hace varios meses y, poco a poco, va consolidándose en cuanto a dinámica y miembros que lo integran. El grupo, siempre abierto a nuevas incorporaciones, está constituido por unas quince personas, si bien la asistencia media es de ocho a diez lectores. Para apuntarse solo hace falta, además del interés por la lectura, rellenar un sencillo formulario. Nos solemos reunir una vez al mes durante una hora y media aproximadamente, si bien estamos en contacto permanente a través de redes sociales para compartir diferentes aspectos de la lectura en curso o temas afines, como relatos, películas o sugerencias para leer.

Nuestras reuniones siempre se inauguran con poesía. De manera voluntaria, uno o más participantes leen de viva voz un poema escogido de manera personal y que, en su opinión, guardan relación con la lectura a comentar. En este sentido, es interesante observar el “poemario” que, de manera natural y heterogénea, se va conformando con el transcurso de los meses. Seguidamente, pasamos a realizar una semblanza del autor de la obra que hemos leído, los hitos de su vida, sus principales obras y el contexto literario en el que se enmarca. Después de este prólogo, que puede variar en extensión y duración, nos adentramos de lleno en el comentario de la lectura realizada. A través de preguntas significativas planteadas por el coordinador del grupo y en un ambiente distendido y abierto, analizamos personajes, forma y fondo, estilo, sentido narrativo y cualquier otro aspecto digno de atención. Es sumamente enriquecedor compartir impresiones de una misma obra; observar los distintos detalles y apreciaciones que cada cual encuentra y descubrir matices a través de una mirada ajena. Ese es, probablemente, el mayor valor de esta iniciativa: la mirada compartida. Finalmente, y como cierre de sesión, recomendamos lecturas relacionadas, en forma y/o fondo, para ampliar horizontes y descubrir nuevas influencias.

Una sesión del club de lectura de narrativa en Casa del Libro Cartagena (CC-ESPAMED)

Todo eso y mucho más es nuestro club de lectura, aunque, como pasa en la vida, contarlo no es vivirlo. Así pues, os invitamos, lector y lectora, a este o a otros clubes de lectura hermanos de Casa del Libro, y que en ellos descubráis otras formas de mirar.

Ahora, volvamos “al lado de acá”, que La Maga nos espera.

Rayuela, de Julio Cortázar

La edición recupera, como complemento a la novela, tres textos magistrales de Gabriel García Márquez, Adolfo Bioy Casares y Carlos Fuentes, que dan cuenta de la dimensión del autor y de la recepción que tuvo la novela en su tiempo. Además, incluye trabajos de Mario Vargas Llosa y Sergio Ramírez, y de los críticos Julio Ortega, Andrés Amorós, Eduardo Romano y Graciela Montaldo, que muestran la intemporalidad de la propuesta narrativa cortazariana.

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