Foto de @juanmareel
No resulta sencillo hablar bien de las virtudes de uno, o en este caso de su obra (Un pequeño paso para el hombre). Probablemente tan difícil como hablar mal y, a buen seguro, un poco más pedante. Pero aun a riesgo de caer en la pedantería, allá van esas razones. Ya saben, uno se debe a su editor, además de a sus lectores, a pesar de que no siempre comulgue con sus ideas.
Aunque ya anticipo que no sé si seré capaz de llegar a ese número tan redondo. Cinco argumentos de peso me parece que ponen a cualquier novela a la altura de una obra maestra, o poco menos. Yo, con la mitad de la mitad (es decir, poco más de una), me doy por satisfecho.
No sé si esto acerca a los posibles o les aleja tanto como para huir de ella como alma que lleva el diablo. Pero lo cierto es que simplemente intenté hacer una novela entretenida. Algo exagerada por momentos y con personajes bastante deformados y, en cierta medida, muy prototípicos. Me lo planteé como una especie de juego con el que poder disfrutar.
Si he sido capaz de transmitir mínimamente la diversión que yo obtuve con cada golpe de tecla mientras escribía esta historia, bienvenido sea el esfuerzo, y la primera de las razones. El poquito que falta para superar esa una, será todo lo que el lector, al hacerla suya, obtenga por el camino. Porque las buenas historias (y si esta lo es, ha de cumplirlo) siempre regalan un poco más de lo que su autor pretendió.
Firmado : @Davidvicentev
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Más información sobre el autor en: El cazador Oculto