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Trabajar en una oficina no parece algo muy complicado, ¿no?  Informes que rellenar, documentos que ordenar, llamadas telefónicas que atender, emails… Nada del otro mundo.

Además, trabajar con un jefe super guapo, con una voz sensual, y con un cuerpo de esos de infarto tiene que ser un sueño para cualquier chica soltera (y no soltera también, ¿para qué nos vamos a engañar?).

Pues Vivian, protagonista del ebook Una Cenicienta en la oficina, tiene la suerte de tener un jefe así, aunque nada de lo anterior es tan simple y tan sencillo…

Cuando empecé a escribir mi particular historia de Cenicienta quería que tuviera trazas del cuento original, una chica pobre y maltratada que termina con un príncipe de ensueño, pero a su vez no quería nada que lo hiciera tan fantástico (ni tan fácil como ir a un baile). Pretendía que fuera una historia que, dentro de la fantasía pudiera pasarle a cualquier secretaria (y a cualquier médico, y a cualquier profesora).  Pretendía que fuera una historia de amor entrañable, de esas que cuando la terminas te abrazas al libro y dejas ir un suspiro acompañado de una sonrisa. Una de esas historias en las que cuando se acaba te miras el libro y piensas “¡Qué suerte tiene la protagonista!”.

Y así empezó “Una Cenicienta en la oficina”, siendo una historia pretenciosa en la que quería que una simple trabajadora ascendiera en el mundo laboral y en el amor como si de un cuento se tratase.

No se me da demasiado bien hablar de mis novelas, cuando se me pregunta simplemente invito a que las lean sin dar mucho detalle, creo que es la mejor manera de conocer de qué tratan.

De Una Cenicienta en la oficina solo puedo decir lo importante que es para mi ya que, apenas llevaba unos cuantos capítulos escritos cuando recibí la peor noticia de mi vida, mi padre había sido ingresado y el pronóstico era el peor: cáncer metastásico.  Sólo pasaron unos días cuando la fatalidad nos golpeó y, una tarde nos despedíamos entre bromas con la promesa de vernos al día siguiente y sin esperarlo se nos murió antes de poderla cumplir.

Tardé muchos días, en volver a escribir algo, y cuando lo hacía debía parar continuamente debido a los malos recuerdos de esa habitación de hospital que me golpeaban cada vez que cerraba los ojos. Pero al final decidí tragarme mi propia pena y seguir hasta terminar esta novela, costase lo que costase, es lo que él hubiera querido.

Espero que todos los que la leáis podáis cogerle tanto cariño como le tengo yo, que os enamoréis de los personajes (o que los odiéis) y que cerréis el libro (o el ebook) con esa sonrisa con la que lo terminé de escribir.

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