Aprovechando que se acerca el día de los enamorados, me he preguntado si, como se muestra en mi novela “Mi corazón sobre la nieve” de un matrimonio impuesto, puede llegar a salir un gran y verdadero amor. Y más aún, ¿se puede perdonar una traición, incluso si esta ha sido involuntaria?
La primera acepción de la RAE para “amor” dice:
1. Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
Preciosa definición, ¿no es cierto?
En la novela, el joven Eiren es forzado a aceptar un enlace matrimonial con un hombre que ni conoce ni ama. Su madre —la cual ha pasado por lo mismo— le comenta en un momento dado: “—Hijo mío, el amor pocas veces cuenta en los matrimonios de Estado. Eso no significa que no lo puedas encontrar; con el tiempo nadie dice que no puedas enamorar a tu esposo y enamorarte tú también de él” y eso es precisamente lo que le ocurre a Eiren a lo largo de la novela, que descubre por ese hombre un sentimiento intenso y desgarrador, y a partir de ese momento busca con intensidad en sus encuentros con él, esa unión espiritual y física que es privilegio exclusivo de los amantes.
Pronto la infidelidad muestra su fea cara y muchos lectores me han expresado que no les parece que Karos sufra lo suficiente las consecuencias de su traición a Eiren. Supongo que en cada caso es distinto, pero, ¿realmente un único error basta para perder a la persona de la cual nos hemos enamorado? Bien, estoy seguro de cuál sería mi reacción si mi marido me fuera infiel, y lo mismo estoy convencido de que les ocurre a los demás, pero, ¿es una causa suficiente para echar por tierra ese amor apenas nacido? ¿Qué pensáis vosotros?
En la novela, Eiren llega a una conclusión tras reflexionar en profundidad sobre el tema: “Sí, él quiere a Karos y Karos lo quiere a él, por qué echar por tierra algo tan mágico y único como es su mutuo amor.
La segunda acepción de “amor” según la RAE es:
2. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.
Y en eso radica todo. El amor nos une, nos completa, nos da alegría y nos ayuda a crear las bases para vivir al lado de la persona a la que amamos. En definitiva, nos da la fuerza incluso para llegar a perdonar al ser amado.