Le hemos preguntado a Jorge, uno de nuestros socios embajadores y ganador del XV Premio Internacional de Poesía Antonio Gala, cuál es su género literario favorito. Cómo vas a poder leer, le cuesta mucho elegir sólo uno, pero si tuviera que elegir uno, sería Poesía, aunque la literatura infantil y juvenil también tienen mucha importancia para él. Jorge nos habla en esta entrevista, de cómo la lectura y ciertos libros le han ido guiando en su vida. Una lectura muy recomendable.

La lectura ha sido para mí tan importante que estaría (y estoy) hablando de ella a todas horas. Todas las horas, al menos, en las que no estoy leyendo. Porque leo a cada segundo que puedo. Lo he hecho desde pequeño y ahora, con todas las obligaciones de la vida adulta, sigo buscando rato para hacerlo.

En mi casa hay libros por todas partes. En estanterías, claro, pero, también, en muebles cuya función no es albergarlos, debajo de lámparas y macetas, en los brazos del sofá, en torres sobre las que descansan algunas plantas… Así lo viví, por suerte, desde niño. No me faltaron libros que leer mientras estuviera en casa. Ese lujo (porque es un lujo) lo sigo manteniendo, y cualquiera que me visite tiene a su disposición mi biblioteca particular para leer. Porque la lectura, en cierto modo, también es eso: compartir.

Sería incapaz de recordar todos los buenos momentos que encontré gracias a la lectura, porque fueron miles, millones. Sí me quedan en la memoria libros como “La bruja Mon”, “Yaga y el hombrecillo de la flauta”, “Charlie y la fábrica de chocolate” o los poemas de Gloria Fuertes, quien me enamoró con su poesía infantil cuando correspondía y me ha enamorado, más tarde, con su poesía adulta. Me acuerdo de infinidad de instantes en los que leer era la mejor opción posible, sin dudarlo. Como haber devorado la saga de “Harry Potter” o ver amanecer sin poder dejar de leer la saga “Millenium”. Mi vida, sin los libros, sería otra vida distinta por completo.

Si tuviera que hablar de géneros o de tipo de libros, diría que siempre me ha gustado leer un poco de todo, pero creo que, si me tuviera que quedar con mis favoritos, serían la poesía, la literatura infantil y juvenil (mejor si hay algo de fantasía) y los clásicos.

A lo largo de mi vida he leído tanto que he ido cambiando de “momento lector”. Si me daba por leer novela negra, Agatha Christie llenaba mis estanterías. Si era una época de clásicos, de Woolf a García Márquez, pasando por autores de nombre y renombre sin que me importara el país o la época. Si me apetecía fantasía, me iba a cualquier mundo y me volvía parte de él. Hubo (y hay), también, momentos en los que casi solo leo ensayos o libros infantiles o poesía. Aunque, en realidad, poesía leo siempre.

A modo de curiosidad, creo que puedo decir que he leído más clásicos en mi juventud que ahora que soy adulto y, del mismo modo, he leído más literatura juvenil en la adultez que cuando era joven.

Si tuviera que quedarme con unos pocos escritores de cada uno de esos géneros que más disfruto, aunque tendría que dejar a muchos fuera, creo que quedaría algo así:

Infantil y juvenil: Roald Dahl, Michael Ende, Beatriz Osés y Pedro Mañas (por poner, también, autores nacionales y actuales).

Clásicos: Virginia Woolf.

Poesía: Manuel Francisco Reina, Francisca Aguirre, Ángela Figuera Aymerich y Raquel Lanseros.

¡Mucho más difícil de lo que pensaba! Podría hablar de muchos autores más, pero ellos y ellas son esos a los que siempre vuelvo cuando lo necesito. Y nunca, nunca me han fallado hasta ahora.

En cuanto a libros favoritos, tengo unos cuantos… Novelas que me vuelven loco son “La señora Dalloway”, de Virginia Woolf; “Los amores oscuros”, de Manuel Francisco Reina; o “Ru”, de Kim Thúy. En lo infantil y juvenil me quedo con “Momo”, de Michael Ende; “Matilda”, de Roald Dahl; y “El principito”, de Antoine de Saint-Exupéry. En poesía, “Los trescientos escalones” o “Ítaca”, de Francisca Aguirre; “La paternidad de Darth Vader”, de Manuel Francisco Reina; “Toco la tierra”, de Ángela Figuera Aymerich; “El libro de Lilit”, de Guadalupe Grande; “Nueva York después de muerto”, de Antonio Hernández; “Matria”, de Raquel Lanseros; o “Apostasía”, de Antonio Díaz Mola.

Como veis, la poesía está muy presente en mi vida. Tanto que, aun habiendo nombrado a varios autores y autoras, he incluido a estos pocos por no extenderme más de la cuenta. Así de importante es para mí la poesía.

Puede ser, visto lo visto, que ese sea mi género favorito. Al menos, es el que siempre me acoge, el que siempre me abraza, el que siempre me arrastra al abismo emocional sobre cuyo filo vivimos todos y todas.

Probablemente, si me dijeran que solo voy a poder los libros pertenecientes a un solo género a partir de ahora, sería poesía.

Como ya os he dicho, he pasado por distintos momentos en los que he leído más literatura oriental o latinoamericana; más fantasía o más distopías; más clásicos o más contemporáneos… Pero la poesía está siempre. Cuando estoy leyendo uno o varios libros (sí, soy de “esos”), siempre hay cerca algún poemario, y raro es el día en que no leo algunos poemas.

Además, nunca he sido muy de releer libros, pero con la poesía me ocurre lo contrario (quizá, por la brevedad del texto) y leo y releo los poemas que más me gustan una y mil veces.

Para mí, la poesía es la raíz de la literatura, la esencia, el hilo del que brotaron todas las demás hebras. Creo que, sin poesía, la literatura no existiría y que, al fin y al cabo, si la literatura que leemos es buena, es, en una grandísima parte, gracias al lenguaje poético.

Creo que es la mejor vía para canalizar las emociones, tanto en la lectura como en la escritura, y ningún texto me ha conmovido más que algunos de esos poemas a los que siempre vuelvo.

Por eso, desde este espacio, reivindico la lectura de poesía. De los grandes (Lorca, Alberti, Aleixandre, Pizarnik, Orozco, Hierro, Neruda, Benedetti, Hernández…) y de esos y esas poetas actuales que, desde el respeto, el estudio y la asunción de que no cualquier cosa es poesía, escriben poemas mayúsculos. Poetas como Manuel Francisco Reina, Raquel Lanseros, Antonio Díaz Mola, Diego Medina Poveda o Abraham Guerrero Tenorio continúan, con su buen hacer, el legado de los y las grandes poetas de la historia.

Porque, si la poesía desapareciera, desaparecería el color del mundo.

Jorge Pozo Soriano, Socio Leyenda de Casa del Libro.

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