Nuestro socio embajador Sergius Fitz hace una reflexión sobre el significado del término “género”. ¿Qué significa realmente?, ¿debemos redifinirlo? ¿Qué sentido tiene en la sociedad actual? Si tú también piensas que esto debe ser reflexionado, te invitamos a que leas el gran artículo que ha escrito Sergius.

El género es, sin ningún lugar a dudas, uno de los términos más debatidos en la actualidad. ¿Qué significa realmente “género” ?, ¿Nos tenemos que replantear nuevas definiciones para dicha palabra?, ¿es un término global o se puede utilizar de manera individual?

El mundo del arte es un claro ejemplo de la diversidad de géneros, el cine, la pintura, la escultura, la literatura… todas estas artes tienen géneros que las unen y géneros que solo les pertenecen a algunas de ellas. Algunos son tan propios, como el western, que han nacido para definir y “engrandecer” los orígenes de una nación. Otros, como por ejemplo el surrealismo, atraviesa por completo a todas las artes, e incluso, parece haber escapado de la barrera que impone la fantasía y la industria artística para trasladarse a nuestros días… Nunca imaginamos vivir en un mundo tan surrealista y a la vez tan hermoso ¿o tal vez sí?

Dentro de la literatura, muchos son los géneros que se entremezclan y conviven entre sí, de manera que actualmente podríamos decir que el género más popular es “la mezcla”, la unidad que se crea al unir varios géneros literarios, y nunca hubo nadie que manejase tan bien dicha mezcla, como el estadounidense Richard Brautigan.

En todos los libros de este escritor nacido en Tacoma en 1935, ninguno puede ser clasificado dentro de un solo género literario, porque todos forma parte de algo que, o bien es único y exclusivo de Brautigan, o bien le es común a todos.

¿Cómo clasificar un libro como La pesca de la trucha en América?, donde el autor explora su propia vida de manera tan simbólica y a la vez tan real que se puede apreciar la agonía de un ser humano que se siente perdido en el mundo, que no sabe cuál es su camino, y que termina el libro lamentándose de no haber devuelto un bote de mayonesa.

No es mas cierto, que a Richard Brautigan se le ha clasificado como miembro de la generación Beat, y muchos son los artículos que lo encuadran dentro de género como el realismo mágico, la sátira, el humor negro… pero es mucho más. ¿Acaso cualquier escritor/a no es mucho más? Brautigan consiguió escribir historias que perdurasen en el tiempo porque supo entender lo que todas las personas tenemos en común; el miedo a perdernos a nosotros mismos.

En Un detective en Babilonia, el protagonista, un detective privado que lo ha perdido todo, se pierde entre sueño y realidad. Cada vez que cierra los ojos sueña con una Babilonia del cine clásico Hollywoodiense, dónde consigue ser alguien más importante, sin darse cuenta de que, en cada incursión a Babilonia, su persona real en el mundo físico va perdiendo las pocas cosas que aún lo anclan a un estado previo a la indigencia. En En Azúcar de sandía, unas personas deciden vivir en comuna en un lugar llamado YOMUERTE, decididos a ser felices sin recordar su vida pasada, dejando todos los recuerdos en la Olvidería, lugar que causa el mayor de los terrores a todas las personas que habitan en YOMUERTE, pues nadie quiere jamás encontrarse con su “yo” del pasado.

Estos dos ejemplos son perfectos para entender la atemporalidad del “género Brautigan”, si se me permite acuñar este término. En el primero, el sueño de ser alguien mejor a quienes somos, el sueño americano, la capacidad de proyectarnos a nosotros mismos hacía unas metas ya no académicas, ni familiares, sino de fantasía y realización suprema, individuales. En el segundo, la realización cumplida, el paso definitivo entre el eterno sueño y la comprensión de que los éxitos se nos presentan a diario en forma de pequeñas conquistas. Un nuevo “yo”, renacido de nuestros fallos y victorias, con el miedo de volver a caer demasiado en los primeros y muy pocos en las segundas.

Todo esto es lo que hace que Richard Brautigan sea mi género literario favorito. Su escritura es agridulce, llena de historias reales dolorosas pasadas por el mejor de los filtros posibles. Es un género que sirve para entender nuestra propia existencia como seres gregarios, nuestras fantasías y nuestros miedos, como diría Walt Whitmam es “un canto a mi mismo”, pero añadiendo “un canto a mi mismo, como sociedad”.

Tal vez sea el momento de volver a redefinir los géneros, en las artes, y fuera de ellas.

Sergius Fitz, socio embajador de Casa del Libro.

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