Ya ha llegado oficialmente el verano y muchos ya estáis preparando las lecturas que os acompañarán los próximos meses. ¿Sabéis que si apoyáis a los autores noveles les estáis ayudando a su publicación por nuestra editorial? Sí, sí. ¿Qué más se puede pedir? Buenos libros y además apoyar una buena causa. Si definitivamente os hemos cautivado aquí van las recomendaciones de la semana.

El pozo de HarodEl pozo de Harold. Los tentáculos del santo oficio perduran. Eduardo Perellón. Toledo, 1485. El Santo Oficio juzga a un hombre por su vinculación con una Orden secreta.Madrid, 2012. Carla Martín sufre la muerte de su padre. A la vez, los dos amigos íntimos de este son asesinados en extrañas circunstancias.Una trepidante sucesión de acontecimientos terminan poniendo al descubierto la verdadera identidad de los tres muertos y el impresionante secreto que protegían, uno que de hacerse público, arruinaría a la Iglesia.

 

 

 

 

 

la red del malLa red del mal. Fernando Paniagua: David es un hombre feliz. Lleva la vida que siempre quiso. Tiene una familia a la que adora y un buen trabajo. Hasta que es despedido y vuelve a su casa a media mañana. Está tratando de encajar la repentina noticia cuando escucha unos ruidos dentro del domicilio, vacío en teoría. Busca el origen, preparado para todo, excepto para encontrar a su hija adolescente llorando semidesnuda frente al ordenador.Nuevo tablero. Nuevas reglas.

 

 

 

 

 

 

 

Treintatantos

Treinta (y tantos) días en la red. Varios Autores. El 30/10/2014 fundé la página Tor Liment. Un pequeño lugar en la inmensa red dónde escribir entradas para todo aquel que quisiera leerlas, y así afilar mi destreza como escritor con el objetivo de conseguir mi mayor sueño: dar a luz un libro. Os presento los primeros 6 meses de este fantástico recorrido, comentado y con contenido exclusivo. Pero no deseo desvelaros nada más, adentraros y descubridlo por vosotros mismos. Os sorprenderá.

 

 

 

 

 

 

 

Castigo de diosCastigo de Dios. César García Muñoz: Nadie debería presenciar su propia muerte.El padre Peter se despierta en una habitación desconocida, con unas terribles cicatrices en las muñecas y sin rastro de memoria reciente. Una cámara de vídeo le enfoca desde una esquina y frente a él, hay una televisión y un reproductor de vídeo. Movido por un presentimiento, enciende el televisor y, horrorizado, se ve así mismo cortándose las venas. Debería estar muerto, pero no es así…

 

 

 

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