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No todos los hombre son dueños de su futuro, pero sí pueden ser víctimas de sus pasiones. La toma de París por los nazis el 14 de junio de 1940 es uno de los episodios más sugestivos de la historia del siglo XX. La ciudad de la luz caía en manos del imperio de las sombras.

Pero no todos los soldados alemanes que pisaron con sus botas los campos Elíseos, se fotografiaron bajo la torre Eiffel o gozaron de los cabarets de Pigalle eran miembros de las SS o simpatizantes del partido nazi. Ni mucho menos.

El teniente Alois Steiner es uno de esos alemanes arrastrados por la historia que se encontraron en el corazón de la tragedia que asoló el mundo con el único objetivo de sobrevivir para contarla. Joven, un tanto despistado y experto en arte es el hombre ideal en el que un general del ejercito alemán decide apoyarse para hacerse con su propio botín por derecho de conquista.

Al igual que hicieron muchos altos cargos del ejercito alemán y el partido nazi, Steiner recibe de su superior el encargo de conseguir a bajo precio la mayor cantidad de otras de arte que pueda, arrancándoselas de las manos a familias caídas en desgracia o a judíos que buscan cómo juntar el dinero necesario para escapar de un muerte segura.

Al otro lado del espejo

Hasta ahí la historia de cuenta ‘Las sombras del lobo’ entraría en los cánones de la novela realista, pero todo se altera con la participación en este negocio de un príncipe ruso, exiliado tras la revolución, que no sólo hace gala de costumbres decadentes, sino también de otras cualidades que nada tienen que ver con la realidad consciente.

Palacios embrujados, sensuales odaliscas, pasadizos secretos y un largo bestiario de seres y escenarios alucinados dominan la noche de París. Coco Chanel, Adolf Hitler, el mariscal Petain y una amplia relación de personajes reales jalonan esta aventura del teniente Steiner que busca la evasión como forma de victoria.

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