El término productividad procede del mundo de la empresa y se refiere a la capacidad de producción. Su definición técnica es la cantidad de trabajo útil que un individuo puede sacar adelante en una unidad de tiempo.

La pregunta es ¿Por qué me puede interesar a mí que no dirijo equipos, no soy ejecutivo de una empresa, ni me encargo de los procesos de producción de mi trabajo la productividad personal?

Vivimos en un mundo en que cada vez es más fácil distraerse: las exigencias del trabajo, la familia, nuestras responsabilidades como ciudadanos, como consumidores… Las empresas compiten por captar nuestra atención a través de múltiples canales y estímulos. En fin, que es fácil despistarse y no seguir tus propios objetivos, lo que popularmente se conoce como “correr como pollo sin cabeza”.

Soy librera y por defecto profesional, y cada vez que necesito aprender una nueva habilidad recurro a las estanterías de nuestra librería,  en ellas he encontrado tres libros de los que he aprendido cosas interesantes para mejorar mi manera de gestionar el tiempo.

Si hay un experto en efectividad es Stephen R. Covey,  y su best seller internacional “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva” de Paidos lleva décadas vendiéndose y ayudando a muchos lectores. Es realmente útil, se ha utilizado en la formación de empresas desde siempre, da nombre a muchos conceptos que os sonarán como,  los ladrones de tiempo o el win,win… Aunque está muy enfocado al mundo laboral,  invita a desarrollar habilidades muy útiles en otras facetas de nuestra vida.

La segunda herramienta que propongo es la ya archiconocida “Técnica Pomodoro”. Su autor, Francesco Cirillo, la inventó cuando era estudiante y toma el nombre del típico temporizador de cocina en forma de tomate. Está pensado para evitar la procrastinación resultado de la ansiedad,  por lo que él llama “llegar a ser”. Basada en tres elementos: cambiar nuestra concepción del tiempo, alcanzar un mayor nivel de conciencia y concentración,  y utilizar herramientas que no añadan complejidad a nuestra ya compleja vida diaria.  

La tercera herramienta que propongo también nace de la necesidad de su autor, Ryder Carroll, de ordenar su mente caótica. Consiste en anotar sistemáticamente todos los pensamientos que te pasan por la cabeza en una libreta, para vaciar así la mente de distracciones y poderlos recuperar más tarde. Una reflexión sistemática diaria, mensual y anual en la migración de tareas y contenidos. Podremos focalizar y ver qué tareas, ideas o eventos nos llevan realmente a conseguir nuestros objetivos, y podremos identificar las que son irrelevantes y se pueden tachar (es liberador). Flexible y creativa, en ella se pueden incluir lo que el método denomina colecciones, puedes incluir todo lo que te pase por la cabeza,  y recuperarlo más tarde: listas de libros leídos, cumpleaños, habit tracker… Cómo su base es una libreta en blanco puedes expresar la información del modo que te apetezca según tus habilidades artísticas. Tenéis el método bien explicado en el libro “El Método Bullet Journal” de  Planeta.

Lidia, librera en Casa del Libro Paseo de Gracia.

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