Matadme! ok

España ha conocido en los últimos meses un escalofriante crescendo de sucesos de consecuencias imprevisibles. La realidad ha vuelto a superar a la ficción.

Todo por culpa de un anuncio y de su autor, un hombre al que todavía este periodista no ha podido entrevistar. Sin embargo, tras seguir el rastro de los eventos contados en esta novelucha, he tenido el placer de encontrarme con dos de sus protagonistas: el autor y el investigador, Quique Tárrega.

Empiezo por el autor: un tal Valerio Cruciani, un italiano que parece estar interesado en lo sórdido, un autorzuelo de tres al cuarto que ha buscado una aguja en el gran pajar de España, poniendo en evidencia los aspectos más grotescos (y que quizás no son de fiar) de esta historia a la que todavía me cuesta creer.

He tenido con él una breve cita. Parece uno de esos escritores que se hacen los interesantes. Un tipo que contesta al teléfono solo una vez por semana, los martes de 10:00 a 14:00 para ser exacto, y que me concedió la entrevista después de haber estado persiguiéndolo durante meses y previo pago de una pequeña suma de dinero.

Su piso es el resumen del caos: un gato que deja rastros de su presencia por todos lados, hay libros y ceniceros llenos por doquier, reproducciones de cuadros y retratos de amigos suyos colgados en las paredes y una despensa en la que solo hay pasta, y nada más.

Tras asegurar que esa pasta se la envían sus admiradoras desde todos los rincones de Italia, limpia muy por encima un viejo y grimoso sillón del año catapum para que me siente allí. Valerio Cruciani, tras su barba espesa como maleza y sus gafas con cristales de vitrocemento, no es un gran hablador.

Dice que puede dar fe de todo lo que se cuenta en su novela, ¡Matadme!, y que empezó a seguir el rastro del autor del anuncio el día mismo en el que lo leyó en el periódico. Cruciani, cual Richard Castle de Madrid, se pegó enseguida al costado del policía Tárrega, su Beckett particular.

No dio crédito a sus ojos cuando vio montarse todo ese lío por un simple anuncio. El escritor asegura que la investigación fue de lo más emocionante que ha vivido hasta ahora, pero que también le dejó marcado ver cómo tanta gente se puso del lado de la muerte.

Al cabo de un rato me dijo que se había cansado ya de mi entrevista y me obligó a levantarme. Un segundo antes de empujarme fuera de su piso, conseguí una última declaración: “Ciertos secretos morirán conmigo. Quizás no pueda sentarme nunca más delante de un teclado”.

¿Serán estas sus últimas palabras?

Eladio Pérez – Periodista (imaginario)

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