Novelista, dramaturgo y músico, fue conocido por su estilo de vida rebelde y rompedor

«Niños en jaulas de oro escapando de algún Molloch», repite varias veces Vian en El arrancacorazones. Casi un mantra en esta novela satírica y sátira a partes iguales: el humor negro, un lenguaje lúgubre y la exaltación del absurdo le sirven a Boris Vian para describir una sociedad egoísta movida por los deseos del yo. Unos trillizos que vuelan o un psicoanalista que se convierte en un gato (psicoanalizado) parecen arquetipos salidos de La interpretación de los sueños, pero es más bien de las pesadillas de las que todas las novelas de Vian parecen salir. Ingeniero de formación, sus personajes recuerdan a menudo máquinas misteriosas que examinar y abrir. En La hierba roja, el protagonista construye una máquina liberadora de miedos y terrores que terminará por destruirlo. Quizás un guiño autobiográfico de un autor vilipendiado por la doble moral burguesa que consideró su escritura violenta y altamente sexual intolerable, y que lo llevó ante la justicia en alguna ocasión. 

Boris Vian fue además periodista, trompetista, guionista y cultivó una treintena de personalidades con las que también firmó sus libros: Vernon Sullivan, Baron Visi, Navis Orbi…

En 1959 asistió de incógnito al estreno cinematográfico de su obra Escupiré sobre vuestra tumba, después de quedar al margen del proyecto por desavenencias con los productores. Tenía 39 años y murió en la butaca de un ataque al corazón. Un final patafísico. En lo metafórico, hilarante; en la literalidad, rabiosamente cruel. 

Decir de Vian que es un escritor de plena actualidad no es baladí. Quizá no aportó demasiado en lo que a estilo narrativo se refiere, pero los tabúes de los que con buen humor habla, sí. Solo hay que pensar en la descripción indiferente de la maternidad del El arrancacorazones, en la descarnada crítica al racismo en Escupiré sobre vuestra tumba, la fisonomía fascistoide en Que se mueran los feos o en la comedia negra ambientada en un matadero de Descuartizamiento para todos. 

Ana Cañete, librera de Casa del Llibre Rambla de Catalunya

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