Imaginas una historia, vas construyendo personajes, hilvanando tramas, recreando diálogos, imprimiendo ritmo, dibujando pinceladas de lo que intuyes podría convertirse en narrativa de calidad, retando al folio en blanco cada mañana hasta que en algún divino momento pones el punto final. A una obra: tu obra.

Ese instante mágico no es ningún desenlace. Se trata del comienzo de una aventura incierta. Debes vender esa obra a una editorial, tarea titánica hoy en día. Para un novel, milagro de los dioses del Olimpo. Es sobradamente conocido y todos somos muy conscientes que conseguir publicar implica amarrar cuchillo afilado entre los dientes, morder polvo y pelear cual felino panza arriba. Así que estamos más que preparados. Pero ¡ay señor! Nunca te avisaron que el día que ese libro sale al mercado comienza la madre de todas las batallas: la promoción. Es decir, tu condición de autor transmuta a vendedor. Y tú con estos pelos…

Pecados que cometimos en cinco islas vio la luz el pasado 30 de noviembre con Ediciones Tagus y nadie me indicó: Carmelita, agárrate los machos. Si quieres tener éxito la calidad de la obra es solo un punto de partida.

Desde ese día te enteras de lo que vale un peine. El libro se tiene que mover bien en los primeros tres o seis meses tras el lanzamiento: si no, salvo contadas excepciones, muere. Como las cucarachas. Sí, tu querida criatura puede ser vorazmente devorada por las directrices de un mercado imprevisible. Comienzan a llegar los primeros comentarios, reseñas, críticas de profesionales del ámbito literario, medios de comunicación, de lectores… Ese momento en el que te dispones a leerlos mientras se te suben de corbata hasta que compruebas que la historia gusta y mucho. Ese momento…

Te paseas por las librerías, sufriendo soponcios cuando vislumbras que tus ejemplares no se encuentran en la mejor ubicación, que no existen flechitas sobre el suelo que te dirijan directamente hacia tu título, que no está rodeado de luminosos con mensajes subliminales para que todo dios salga por la puerta con Pecados bajo el brazo. Por no comentar los terribles sofocos cuando te cuentan que han estado en tal o cual establecimiento y todavía llegó, o que se agotó y aún no ha sido repuesto.

Apareces por cualquier sarao y ya nadie pregunta ¿qué tal estás? Solo una cuestión interesa: ¿qué tal va tu libro? Tu criatura mimada ya es un parásito que se apodera de ti.

Y van llegando las llamadas de prensa, las entrevistas, la radio… Buena cosa. Tu libro interesa. Aquí servidora respira, sonríe y se relaja. Trabajando en comunicación, siendo formadora de portavoces, colaborando semanalmente con medios, esto está chupao. ¡Qué te lo has creído listilla! Mi gozo en un pozo. Una obra como Pecados con fuerte carga erótica, que se adentra en recovecos inexplorados de las fantasías ocultas, la transgresión, la lujuria o los juegos prohibidos lleva implícitas preguntas personales. Imposible evitar las suspicacias populares sobre si Afrodita a tu lado era una vulgar principiante. Me voy a tatuar en la frente: es literatura NO biografía.

NO queridos todos, NO me escapo por las islas del mundo para retozar sobre las tumbas de bucaneros canallas, ni alcanzo el éxtasis con diosas griegas, ni me deleito enmascarada entre orgías venecianas, ni embrujo a los gondoleros para que muten en Casanova. Un tormento para alguien hermético que evita compartir sus historietas hasta con el lucero del alba. Pero qué se le va hacer. El morbo vende. ¡¡¡Ahhhh se siente!!! Haber escrito sobre la meditación de los monjes tibetanos y no sobre dos viciosillos crónicos. A apechugar toca.

Momentazo presentación de tu libro: ahí todavía no hemos llegado, pero os prometo contarlo con pelos, señales y lo que proceda.

PD. No se vayan todavía que aún hay más. La protagonista de Pecados que cometimos en cinco islas, Jimena, fémina osada, brillante, audaz, libre, inteligente, con personalidad, está enamorando al personal. ¿Qué cara se me debió quedar ayer cuando una lectora me preguntó, qué pensaría Jimena sobre un asunto sentimental que la preocupa? No les interesaba la opinión de Carmela, nooooooo. ¡Deseaba la opinión de mi personaje!  ¿Carmela ha muerto, viva Jimena? Upssss.

@CarmelaDF

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