J.M. Da Neta

José Manuel Prieto Martínez

«Cuando el despotismo está en su cénit, el pueblo debe rebelarse. Ha llegado ese momento»

El pasado 19 de abril Ediciones Tagus, la editorial digital de Casadellibro, sacaba a la venta «Ni la belleza salvará al mundo«, una novela ambientada en la revolución francesa que por momentos semeja la realidad de nuestros propios días. Unas páginas en las que se habla de deuda pública, subidas de impuestos, despilfarro en la corte… Una historia de hace más de doscientos años de rabiosa actualidad.

¿De verdad se parecen nuestros días tanto a los previos a la revolución francesa?

Pues por desgracia, yo creo que sí. Los sistemas que salieron de la revolución francesa, y del resto de revoluciones liberales que jalonaron el siglo XIX han envejecido mucho, han tenido hijos que se han vuelto en algunos casos contra los padres, como todos los movimientos de principios del siglo XX: comunismo, nazismo, paternalismo, tradicionalismo… y a día de hoy yo ya no encuentro muchas diferencias con aquello que luego se llamó el Antiguo Régimen.

¿Vivimos igual entonces que en una monarquía absoluta, al más puro estilo Luis XIV o Carlos III?

A Luis XIV se le pone en boca aquello de «Todo para el pueblo, pero sin el pueblo», y yo creo que eso mismo lo puedes poner hoy en día en los labios del presidente del gobierno, o de cualquier alcalde… Vivimos ese paternalismo político en el que se hacen cosas que el pueblo no respalda, como los rescates de los banqueros, pero se nos dice que es por nuestro bien.

Pero ahora existen más libertades

¿En serio? Cualquier administración pública te puede meter la mano en la cartera sin avisar. Cualquier demora en el pago de tributos puede acarrear intereses de más del 20%, lo que en muchos sitios es considerado prácticamente usura… La palabra de la administración vale más que la del ciudadano… La indefensión es total…

¿Y qué se puede hacer?

Bueno, como se dijo en aquella Asamblea que surgió de la toma de la Bastilla: «Cuando el despotismo está en su cénit, el pueblo debe rebelarse, ha llegado ese momento». Todavía estamos a tiempo de hacer esas reformas que rehabiliten al anciano sistema, porque si no se hacen, yo apostaría a que el resultado será muy parecido al de la segunda parte de la revolución francesa.

Eso suena a guillotina

Sería terrible que en el siglo XXI se llegase a eso, pero cuando las personas ya no tienen nada que perder… Son impredecibles… Y ese es el pecado del sistema, generar personas que no tienen nada que perder.

El protagonista de su novela no tiene nada que perder

Efectivamente, y por eso es impredecible…

«Ni la belleza salvará al mundo».  ¿A qué se debe ese título?

Hay una frase bastante famosa que se atribuye a Dostoievski, la belleza salvará al mundo… Se juega un poco con eso. Sin querer entrar en disquisiciones filosóficas, la belleza representa un poco la figura de Dios… Yo creo que la novela es una defensa del hombre, de sus pasiones, sus debilidades, miserias y sus grandezas… Obviamente es literatura y se lleva a los protagonistas a los extremos… y en eso la revolución francesa como telón de fondo te da muchas posibilidades, porque es un periodo de personajes radicales.

Hablando de personajes, por la novela pasean: Marat, Madame Roland, Madame Stael, Robespierre…

He tratado de ser muy escrupuloso con su uso  ajustándolos a su realidad lo máximo posible. Aparecen para marcar las ideas, las fechas, los tiempos, pero no se novela con ellos más allá de algún hecho histórico comprobado, como la relación de Madame Roland con el diputado Buzot, o el confinamiento de Marat en las alcantarillas de París.

Y todo esto en una editorial digital

Sí. Sinceramente creo que para un escritor novel, en los tiempos que corren, estar en digital en Ediciones Tagus, con el respaldo de casadellibro.com y el Grupo Planeta es una gran oportunidad. Ahora que está tan de moda la autoedición en la red, el respaldo de un sello editorial me parece una garantía para el lector. Significa primero que profesionales del sector creen que esa novela merece la pena y después una supervisión por parte de estos que garantiza que el producto es de la misma calidad que cualquier obra de un escritor consagrado.

¿Pero eso reduce su difusión, no?

Al contrario, la aumenta. Cualquier lector de esta entrevista puede ahora mismo desde su teléfono, entrar en la web de casadellibro, hacerse con la novela y empezar a leerla por ejemplo en su móvil bajándose la aplicación gratuita de tagus mientras echa el azúcar al café. Además puede acceder obviamente desde su e-reader o tablet… y desde cualquier parte del mundo… Sin problemas de stock de la librería, de límite de edición…

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