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¿A quién no le ha hecho daño la crisis? Creo que a todos, de una manera o de otra, nos ha tocado vivirla en primera persona. En mi caso y de lo que ahora me alegro, empecé a escribir gracias a la crisis y no voy a usar el tópico de que lo he hecho desde que era pequeño, he escrito toda mi vida… Quizá estén muy usadas estas frases.

Lo cierto es que durante algo más de 14 años tuve dos trabajos, el principal por decirlo de alguna manera y el secundario o llamado pluriempleo. Pues bien, lo cierto es que justo entrar la crisis, concretamente en el año 2008, perdí el pluriempleo y me encontré sentado en el sofá sin saber qué hacer por las tardes, acostumbrado a estar todo el día liado con mis cosas, trabajando sin parar, descansando solamente el sábado por la tarde y los domingos.

Decidí entonces escribir, porque no decirlo, para no aburrirme. Al principio, las ideas eran muchas, de todo tipo, no sabía bien qué escribir y decidí crear una novela que me hubiera gustado leer, al menos eso intento en cada una de ellas.

Desde siempre y ahora sí voy a decir desde que era un niño, me ha gustado el tema de los enigmas, los misterios, las claves secretas que han dejado antiguas sociedades y que cuesta descifrar, con trabas de todo tipo. Me encantan las películas de Indiana Jones, la Búsqueda, El nombre de la rosa… He leído todo lo que he podido, cuando me quedaba algo de tiempo, de libros de enigmas, El último Catón, Iacobus, La clave masónica, Hermética… y eso es lo que intento plasmar en mis novelas, que el lector desee seguir leyendo para saber qué pasa con aquello que ha encontrado el protagonista, adonde se dirigirá cuando resuelva el complicado enigma, que sucederá cuando se enfrente al próximo misterio…

De corazón, espero que el lector disfrute tanto o más que cuando escribí «El último gran maestre«, que deje volar su imaginación y que disfrute acompañando al protagonista en su aventura.

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