La Navidad nos ha atropellado, nos sentimos cansados después de comidas y cenas en las que hemos comido hasta desabrocharnos el botón de los pantalones.

Estamos en periodo de recuperación posnavideña, intentando que nuestros estómagos vuelvan a su tamaño normal y no estén expuestos a comilonas 24 horas al día.

Estos días de reuniones familiares nos han sacado de nuestra rutina habitual. No nos hemos parado un momento a pensar qué es lo que necesitamos, vamos con la inercia de las fiestas y de una casa para otra cargados con regalos, botellas de vino, turrones y polvorones…

Como cada año entre uva y uva hacemos balance: Queremos empezar el año con propósitos imposibles, listas interminables de cosas por hacer y sobre todo queremos mejorar, queremos un año mejor que el anterior. Que 2020 sea mejor que 2019, pero sobre todo sin esforzarnos mucho y sin cambiar nada en nuestras vidas esperamos tener un resultado distinto por un milagro divino.

Nos decimos: Me levantaré pronto, iré al gimnasio cada día, comeré saludable, perderé los 5 kilos que he cogido en Navidad, haré esas reformas de casa que tengo pendientes, estudiaré inglés…

Más a menudo de lo que deberíamos, intentamos marcarnos estos objetivos desde la negatividad, desde la falta de empatía hacia nosotros mismos.

Y me explico. Nuestra voz interna nos dice:

  • Los pantalones ya no te caben, tienes que perder 5 kilos
  • Hace 3 años que dices que irás al gimnasio y vas pagando cuotas pero no vas

¿Porque nos hablamos con tan poca empatía? Nos hablamos con desprecio. ¿Le hablarías así a alguien que quieres? Tenemos una falta de empatía que no nos ayuda a avanzar sino a procrastinar.

No conseguiremos más si nos machacamos psicológicamente minando nuestra propia autoestima y cuestionando nuestra capacidad de conseguir nuestras metas. Pensando que somos un fracaso partimos desde un punto de desastre absoluto que no nos deja avanzar. 

Antes de empezar con esa lista interminable de cosas por hacer que nunca hacemos y que solo nos sirve como un castigo, te invito a empezar tu Gimnasio Empático para hablarte con empatía.

Ejercitando la empatía hacia ti mismo conseguirás todo aquello que te propongas y disfrutarás del proceso y no solo de llegar a la meta que te has marcado. 

El ejercicio háblate con amor que forma parte de los más de 50 ejercicios prácticos del libro El arte de la empatía. Aprende del poder de tu sensibilidad te ayudará a trabajar este discurso interno negativo y transformarlo en el discurso empático tan necesario al empezar un nuevo año.

Ejercicio: Háblate con amor

¿Le hablarías a un amigo de la misma forma en la que te hablas a ti? 

Identifica tus patrones de pensamiento

  • ¿Qué palabras utilizas? ¿Cómo te hacen sentir?
  • Una vez sepas qué palabras funcionan para ti, piensa en qué vocabulario podrías empezar a utilizar.

Transforma lo negativo en positivo

De entre las frases que normalmente te dices, cambia aquellas que tienen un componente negativo; por ejemplo:

  • Frase negativa: «Odio cometer errores, soy tonto».
  • Frase positiva: «Aprendo cuando cometo un error, lo haré mejor la próxima vez».

Compensa con gratitud

  • Utilizar la gratitud como medida de compensación cuando tienes un pensamiento negativo te ayudará a expandir tu pensamiento positivo sobre esa cuestión. Así pues, cuando aparezca un pensamiento negativo, déjalo fluir y piensa en dos cosas por las que estar agradecido hoy o dos puntos fuertes que tengas: eso te permitirá cambiar la perspectiva.

MERITXELL GARCÍA

Autora de El arte de la empatía: Aprende del poder de tu sensibilidad
https://meritxellgarciaroig.com/elartedelaempatia

Si quieres conocer a Meritxell y llevarte su libro firmado, te esperamos el próximo 22 de Enero en nuestra librería de Rambla Catalunya 37 (Barcelona)

Anterior

¿A quién le importan los libros?

Siguiente

Manolito Gafotas se hace mayor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Te puede interesar