La idea de mi novela surgió como la de una historia romántica en el futuro. Quería plasmar en una obra la influencia que he recibido de mis géneros favoritos, la “space opera” y la fantasía heroica. Deseaba narrar una aventura de caballería, de capa y espada, ambientada en un futuro donde la informática y la cosmonáutica estuvieran muy avanzadas.
Pero también anhelaba comunicar un mensaje profundo, una idea que sirviera para criticar nuestra sociedad actual. Por ello decidí, también, que debía situarla en mi propio continente, dentro de la zona cultural a la que pertenezco de nacimiento: Latinoamérica. Era necesario, para mí, rescatar parte de la identidad cultural de mi tierra, nacida principalmente, de la mezcla entre la civilización europea y los pueblos autóctonos.
De ese modo fui armando cabos, creando personajes y definiendo entornos, guardando en la memoria conceptos que aparecían en mi mente en los momentos más extraños. Hasta que un día me senté a plasmar todos estos pensamientos inconexos, escribiendo con encono. Sufría diariamente para encontrar las ilaciones adecuadas de una trama compleja, a la que yo quería dotar de tanta amenidad como profundidad, de tanta agilidad como vivacidad en las descripciones. Me dominaba la noción de que la imaginación no restara verosimilitud.
Así nació “El Cantar de Alcione”, una historia llena de acción, que une caballeros de armadura, poderes paranormales, príncipes, cosmonaves, idiomas pre-colombinos, una historia de amor, y, la propuesta de que, quizás, nuestra sociedad estaría mejor sin la existencia de parlamentos ni políticos. Quienes la han leído me han manifestado que no pudieron dejar de leerla una vez que empezaron. Ojalá ustedes la disfruten tanto como ellos.