Deshojando Margaritas

Nunca me hubiese imaginado escribiendo en este género (romántica erótica, romántica adulta… llámese como se quiera), entre otras razones, porque como lectora soy fan de otro tipos de novela y, como persona, soy muy tímida para ciertos temas (de ahí que surgiera el seudónimo de Juliette Sartre); pero igual que soy tímida, soy muy inquieta, necesito nuevos retos, necesitaba probarme a mis misma que podía y que los límites solo los ponía mi mente. Así que un buen día me dije “¿y por qué no?” Me puse frente al teclado, respiré hondo e inicié una historia protagonizada por una escritora frustrada a la que la vida no la trataba muy bien; y aunque pueda parecer biográfica (nada tiene que ver Gina con Juliette) ahí reside la magia de “Deshojando margaritas”.

“Deshojando margaritas” es un libro que contiene escenas de sexualidad explícita, pero no gira en torno al sexo. Es el complemento a una historia real y sin tapujos, como la vida misma. Entre sus páginas traté de reflejar temas y vivencias fácilmente reconocibles por cualquiera: la frustración de soñar, de querer algo con tantas ganas que duele; plasmar la pregunta que toda mujer alguna vez se ha hecho: elegir por amor, por afecto, por placer; la intolerancia ante lo que no conocemos; los prejuicios; el machismo; la venganza; el cruzar los límites; lo bueno y lo malo de amar, de soñar… y aunque haya jugado en algunas situaciones con la hipérbole más dolorosa, más surrealista y desconcertante, necesitaba exagerar para que el lector fuera consciente de mis intenciones; para que el lector no se quedara con la tórrida escena de sexo, sino con el trasfondo de una historia real, humana y contemporánea.

Hace unas semanas, recibí un mensaje de una lectora que me decía que había llorado en una parte concreta del libro. Entonces supe que había conseguido mi objetivo. El lector era capaz de sentirse parte de la historia y amar u odiar a mis personajes. No pude dejar de sonreír.

Si te soy sincera… nunca me había planteado firmar como Juliette Sartre; pero la vida tiene sus propios planes para nosotros. Cuando me propusieron el reto, tuve miedo y dudé; pero aquí me tienes. Y es que a falta de manuales solo nos quedan dos opciones: 1) deshojar margaritas o  2) improvisar y seguir.

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