Hace poco alguien me decía que tomar pastillas para la ansiedad se ha extendido tanto entre la gente de mi generación que un Trankimazin se toma con la misma ligereza que un ibuprofeno. Puede que esta generalización sea mentira, o puede que se haya convertido en una verdad absoluta. Mi verdad es que, para mí, Elisa Levi, la Feria del Libro de Madrid siempre ha sido como un Trankimazin en un ataque de ansiedad o como un ibuprofeno en un momento de dolor. Como un alivio rápido en una ciudad caótica como Madrid.

Siempre he pensado que la Feria del Libro de Madrid es, también, como un gran Meetic de la cultura, donde los lectores acuden a sus citas con los autores para confesarse que se han estado pensando sin conocerse. O incluso como un Tinder, como una aplicación que no busca compromiso contigo sino la exposición del placer. Sí, en la Feria, pasando de caseta en caseta, eliges, sin compromiso, el siguiente libro con el que disfrutarás en la cama.

Ahora, que si tengo que hablar como autora, que si tengo que explicar qué significa para mí haber sido invitada a firmar en la Feria, entonces la Feria se convierte en una novela en sí misma. La Feria en mi vida siempre ha tenido un protagonismo atravesado. De muy pequeña entendí que la Feria era ese mar lleno de peces al que yo quería pertenecer, en el que yo quería luchar por sobrevivir. Y claro, ahora que soy algo más parecido a una mujer adulta que a una niña, ahora que ya soy un pez en el mar correcto nadando lentamente desde abajo, vivo la emoción de estar invitada a firmar en la Feria con mi primera novela Por qué lloran las ciudades, como si fuera una actriz que está empezando y que, de pronto, es invitada a la Met Gala.

Pero si hay algo que me hace especial ilusión, si hay algo de lo que de verdad tengo ganas, es de conocer a esa figura que realmente ha estado en contacto con la novela, que ha estado apostando por Por qué lloran las ciudades: los libreros. Ellos y ellas son la manifestación placentera de los efectos de ese Trankimazin. Son el prospecto de un medicamento agresivo, pero la parte donde explica todo lo que te va a beneficiar. Conocer a la persona que ha hecho de celestina entre el libro y el lector es como quedar con tu madre para decirle que la quieres.

Recurro a las metáforas porque explicar qué significado tiene estar firmando en la Feria del Libro de Madrid es difícil y demasiado excitante como para explicarlo antes de vivirlo. Por qué lloran las ciudades me está dando muchas alegrías -muchas-, pero firmar ejemplares en la Feria es, desde luego, de las mayores satisfacciones que me puede dar mi primera novela.

Que viva Madrid,

Que viva la Feria del Libro de Madrid.

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