#BeHappy #BeLibros

 

“La felicidad no brota de la razón sino de la imaginación”,  Immanuel Kant

Sonreír no está de moda, parece poco menos que una expresión del lenguaje corporal políticamente incorrecta. Hablar de felicidad en los tiempos que corren es poco menos que un acto de valentía. Pero no se trata de mantener como un mimo una perenne sonrisa bobalicona y acrítica, descontextualizada y por ello artificial e insolidaria, sino de mantenerla después de ser consciente y crítico con la situación.

(Son)Reír, en el fondo, es una cuestión más importante de lo que pensamos.  Así lo han demostrado distintas teorías de la denominada psicología positiva y su enfoque salugénico. Lo que se revela es que un gesto en apariencia insignificante, el movimiento y contracción de unos músculos faciales, en el fondo implica una serie de mecanismos mentales, personales e interpersonales con derivaciones de gran calado; una suerte de actitud ante la vida.

Sonreír con la mirada

Hacedme un favor. Detened la lectura e imaginad durante unos segundos algún momento feliz en vuestra vida… Ahora, decidme ¿habéis sonreído al recordar ese fotograma de felicidad? Diría que sonreír es algo inherente y necesario para ser feliz… y si no os convencen estos argumentos, pensad que la sonrisa ilumina la belleza. Así lo demuestran los estudios más recientes: más allá de cualquier máscara o ropaje, la sonrisa y mirar a los ojos al hablar son las dos armas más poderosas para la seducción.

Por otro lado, aunque intenten vendérnoslas desde los frentes más dispares, no existen las fórmulas generales ni los remedios infalibles, para nadie, contra y para nada… especialmente para la felicidad.  Aunque  necesitemos adscribirnos a un grupo para reafirmar nuestra identidad y, gracias a ello, ser más felices; por más que esos grupos se construyan sin nuestro permiso desde discursos mediáticos y, con fines comerciales, se perfile hasta nuestra idea de la felicidad; por más que se que nos tilde de masa, muchedumbre, multitud, cada persona es como una gota de agua, igual pero diferente a todas las demás y, siguiendo esa analogía, cada gota necesitaría un sitio adecuado y único donde caer para ser feliz.

El detalle

Al final la felicidad no existe así en mayúsculas y muchas veces nos perdemos buceando en ella como en una  vastedad metafísica cuando luego, sin reparar en ello, somos plenamente felices viviendo y sintiendo los detalles en apariencia más intrascendentes: un gesto desinteresado de bondad, un paseo por una ciudad desconocida,  un abrazo o un beso, una sonrisa sincera, una película, una canción, un libro.

Y no hay duda de que si la felicidad no existe más allá de una inacabada urdimbre de felicidades, una de las mejores formas de tenerlas, de sentirlas, es leyendo un libro; un buen libro.

Hablamos del acto de leerlo en sí, lo que muchas veces se convierte en un ritual cuyos pasos previos ya nos provocan el microgesto del placer que precede a la felicidad. Preparar un té por ejemplo, irnos a un rincón tranquilo y cómodo, disfrutar de la libertad de la mejor soledad, la que uno elige, desconectar, en el fondo,  de otro tipo de urdimbre, la de los actos rutinarios e impuestos, para entrar en un nuevo mundo, un mundo fascinante que se reconstruye conforme avanza el trazo de nuestros ojos.

Y así lo confirman las estadísticas. Según el informe de Hábitos de lectura y compra de libros de 2012, el 97,3% de la población lectora (respuesta múltiple) lee en su casa, centro neurálgico de los rituales personales. Los libros, definitivamente, nos ayudan y nos hacen estar y ser más felices. El acto de la lectura, al mismo tiempo, trasciende las fronteras del instante para convertirse en el enriquecedor bagaje que nos acompañará durante el transcurso de nuestra vida.

BeHappy, belibros

Por otro lado, hay libros que de forma especial  nos hacen felices hasta el punto de que nunca queremos que se acaben. Son los libros que nos provocan una (son)risa permanente, los que nos invitan a reflexionar,  los que nos hacen reparar en lo que no nos habíamos fijado nunca, los que nos conmueven, los que nos transforman.

Es lo que sucede leyendo a Herman Hesse. Sus libros fueron quemados por el partido nazi porque vieron y temieron el poder liberador de la palabra convertida en arte. La búsqueda de la felicidad es un leitmotiv en su obra, desde su primera novela, Peter Camenzind, hasta Demian, El lobo estepario, Viaje al Oriente y El juego de los abalorios. Pero especialmente Siddhartha es uno de esos libros que uno nunca se cansa de leer porque coincide el interés por lo que te cuentan con la seducción de cómo te lo cuentan; la quietud, el sosiego, la felicidad calma que transmiten y hacen sentir sus palabras.

Pese a estar escrito en 1922, los postulados filosóficos –otro rasgo común en la obra de Hesse- que plantea no podrían estar de más actualidad. Si habláramos desde la psicología, diríamos que esta obra tiene un enfoque poderosamente salugénico, pues Siddhartha se convierte en el paradigma de la virtud y la magia de esos, a priori, actos insignificantes como usar la imaginación y potenciar la creatividad y la resiliencia, la inteligencia emocional, el sentido del humor, para ser feliz (un poco más) en definitiva, en ese proceso de búsqueda de sentido de la vida (y de la felicidad) que todos emprendemos desde el momento en el que somos autoreflexivos.

Tiempo de felicidad

Con un yo narrativo menos grave y apelando al absurdo  pero con ese enfoque de búscate, nosce te ipsum, y be happy, la obra de Amelie Nothomb es otro de los mejores ejemplos de que la alta literatura no está reñida con la accesibilidad y el entretenimiento. Las historias y los personajes de esta fervorosa admiradora de Mishima son adictivas, te absorben desde la primera frase, te sorprenden, te inquietan, te hacen (son)reír, te seducen, te emocionan y, por momentos, son ellos los que te dan vida a ti… Desde la vida vista bajo el prisma de una niña europea de pocos años que vive en Japón, al humor ácido y la reflexión irónica sobre las diferencias interculturales, especialmente cuando se es mujer, de la sociedad europea y la asiática, la belleza del absurdo, de las relaciones humanas (aún inmersas en ese absurdo) y del amor entendido de una forma muy peculiar, o la singular novela negra, absurda, cruda y tierna al mismo tiempo, Ordeno y mando, que se inicia cuando de forma repentina, un personaje desconocido entra en la casa del protagonista (Baptiste) y al instante muere. Baptiste decide entonces vivir la vida del muerto, quien resulta ser un millonario sueco…

Dicen que somos lo que comemos, quizá también lo que pensamos y sentimos pero, por encima de todo, somos tiempo,  así que mejor cuanto más tiempo seamos felices. Como decía Julio Cortázar ¿hasta cuándo vamos a seguir creyendo que la felicidad no es más que uno de los juegos de la ilusión?

Be happy, be libros…¡lee un libro!

Imagen  por Camdiluv ♥ vía compfight y distribuida con licencia CC BY-SA 2.0

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