JMDaneta

La apuesta, sincera y decidida, por parte de Ediciones Tagus y Casa del Libro por los escritores noveles supone un estímulo para que la creación literaria esté en continua renovación y creación.

La novela que tengo que presentar, Ni la belleza salvará al mundo, que en un principio se me planteo como un favor, ha resultado a la postre un motivo de orgullo y de admiración hacia su escritor. Detrás de esas páginas, podemos ver un gran esfuerzo de documentación, estudio, reflexión y, en definitiva, de trabajo.

Una novela, que por diversas razones que voy a exponer a continuación, considero exitosa y que tendrá una gran acogida entre los lectores:

– Primero, porque el momento en que se desarrolla la historia es un hito fundamental de la Historia de la Humanidad. La Revolución Francesa, constituye el acontecimiento histórico europeo que nos permite en la actualidad hablar con familiaridad de: la soberanía, la división de poderes, los derechos de los ciudadanos (libertad e igualdad)…

– Segundo, porque sabe combinar el rigor histórico y la ficción. Personajes históricos como Luís XVI, Mirabeau, Marat o Robespierre con otros creados como el vizconde de Clermont Danchart, Rasjwonski o Serrant que se entrecruzan con naturalidad y que dan originalidad a través de la ficción a la historia de los acontecimientos revolucionarios acontecidos en París a partir de 1789.

– Tercero, la caracterización de todos los personajes nos permite estudiar a través de ellos la sociedad del Antiguo Régimen: privilegiados (nobleza y clero) y no privilegiados (burguesía, campesinado y clases populares urbanas).

– Cuarto, saber tratar temas de interés social actual a través de la historia: los derechos de los ciudadanos, la legitimación del poder –especialmente de la monarquía-, las relaciones Iglesia-Estado, la esclavitud y, sobre todo, el papel de la mujer.

– Y quinto, a través de una historia personal narra la transición que experimenta una  Francia absolutista e estamental de comienzos de siglo, a una liberal y de clases a finales del mismo. La Francia revolucionaria de finales del siglo XVIII pasará de ser la enemiga de las monarquías europeas a ser, durante el siglo XIX, el espejo donde todos se miren para acabar con el Antiguo Régimen.

Por todo ello, quiero felicitar a su autor por su gran trabajo y por contarnos a través de su libro lo que “sólo él sabía”. Espero y deseo que esta aventura que acaba de iniciar continúe y que podamos disfrutar más de “todo lo que le queda por contarnos”.

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