La neurobióloga italiana Tiziana Cotrufo nos ofrece en el libro En la mente del niño una panorámica rigurosa y a la vez accesible sobre lo que sabemos científicamente acerca del desarrollo del cerebro en sus primeras etapas.

Bastan unos pocos datos para entender la fascinación que despierta todo lo relacionado con el desarrollo del cerebro, y más aún entre los padres de los pequeños cerebros en formación. Durante el segundo trimestre de embarazo, el cerebro del feto genera cada minuto unas 20.000 nuevas neuronas. Algo más de un millón por hora. A los cinco meses de vida, la corteza cerebral ya ha alcanzado los 10.000 millones de neuronas, que seguirán aumentando a un ritmo vertiginoso. Entre los 4 y 12 meses de vida, los bebés tienen un 50 por ciento más de sinapsis que los adultos.

Pese a esa rápida expansión, la neurobióloga Tiziana Cotrufo, autora de En la mente del niño (Shackleton Books), nos recuerda que “el cerebro es una máquina lenta cuya lentitud constituye la base esencial de las capacidades cognitivas”. En su desarrollo el cerebro de los niños necesita tiempo: para pensar, para descansar, para aburrirse. Sí, para aburrirse. “¡Bendito aburrimiento, es una ocasión para que las neuronas vayan trabajando activamente!”, asegura Cotrufo.

El tiempo es, por lo tanto, un recurso que debemos manejar con paciencia, sin dejarnos arrastrar por la ansiedad ni por lo cantos de sirena de las más variadas fórmulas y recetas que prometen resultados supuestamente milagrosos.

“Algunos medios de comunicación siguen difundiendo la idea de que los niños aprenden fundamentalmente de los cero a los tres años, el período de máxima plasticidad cerebral, y que, si no se aprovechan todos los minutos de estos años preciosos, habrán perdido su oportunidad de lograr un éxito pleno de adultos”, dice la neurobióloga. Sin embargo, el proceso de maduración y desarrollo se produce a lo largo de toda la infancia, sin olvidar los años de la adolescencia, fundamentales para la consolidación de funciones como la toma de decisiones, el autocontrol y la concentración.  Lo que sí que es cierto, como han avalado reiteradamente las investigaciones neurocientíficas, es que existen algunos “períodos críticos” o «sensibles” para la adquisición de determinadas capacidades, como el lenguaje, la lectura o las matemáticas, ventanas temporales en las que el cerebro de los niños se muestra más receptivo a su aprendizaje.

Conocer cuáles son las principales etapas por las que atraviesa el cerebro de nuestros hijos, y desmontar algunos cuantos mitos al respecto, nos resultará de extrema utilidad para ayudarles en su crecimiento, siempre y cuando no olvidemos que “no existen fórmulas mágicas para un correcto desarrollo, sino cuatro ingredientes esenciales que deben estar presentes y acompañar durante la infancia: el afecto, el cuidado, un ambiente estimulante y el tiempo”.

Shackleton Books

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